Con este tercer escrito, explicamos cómo la Constitución Española del 78 (en adelante CE) ha favorecido la concentración de la riqueza nacional en manos de una oligarquía económico-financiera que va de la mano de una abyecta oligarquía política.
Todos hemos sido testigos de cómo se gestionó la última crisis económica derivada de la burbuja de deuda, dejando de manifiesto los privilegios de sectores como el de la banca. Y es que cuando las cosas van bien, la banca reparte beneficios entre sus accionistas, pero cuando las cosas van mal, la banca es rescatada con dinero público; dinero procedente en buena parte de ciudadanos que han sido golpeados injustamente por una crisis que además, fue causada, en buena parte, por el egoísmo y usura de la misma banca; una banca que se ve favorecida por los privilegios que le han sido otorgados a través de una legislación que la ha acompañado de la mano en la comisión de múltiples abusos (cláusulas suelo, contratos preferentes, cláusulas de vencimiento anticipado, repercusión al consumidor de gastos de notaría y de gestoría, …).
Además de los abusos en el mercado bancario, el marco constitucional también ha permitido los abusos en el sector laboral, lo que nos ha conducido a una acentuada precariedad laboral (cientos de miles de trabajadores contratados como falsos autónomos, elevada tasa de accidentalidad laboral, aumento de la contratación parcial, …).
Y es que las denominadas constituciones liberales como la CE (meras cartas otorgadas) vienen a decirnos que somos libres de elegir empleo, pero eso sí, al final, estando obligados a aceptar los trabajos disponibles con sus precarias condiciones, pues la alternativa es morir de hambre, “rodeados de la máxima dignidad liberal”.
Pues bien, observemos la evolución de la clase media española. Y es que miembro de la primera clase media española, la que se fraguó en la década de los años 60, era el que disponía de ingresos estables y suficientes para mantener a una familia de cinco miembros, un piso con 2 o 3 habitaciones, un coche utilitario, y se podía permitir unas vacaciones de verano en familia. Llama la atención comprobar que a día de hoy, los españoles que se identifican a sí mismos como miembros de la clase media, distan mucho del poder adquisitivo de aquella primera clase media.
Y es que la insoportable situación actual requiere expulsar a los mercaderes del templo.
Mientras tanto, La Falange seguirá trabajando por la justicia social, defendiendo a los más débiles, pues tenemos la firme convicción de que toda persona ha de tener cubiertas las necesidades más básicas para poder ser verdaderamente libre y enorgullecerse de su patria.