Ochenta años después, la izquierda sigue asesinando mientras acusa de violentos a sus víctimas
Acabamos de vivir un ejemplo más de esta vieja práctica comunista -y socialista- que consiste en asesinar y practicar una violencia salvaje contra quien es considerado enemigo político y después, hablar de autodefensa y culpar al otro, al que se denomina fascista.
Con ello limpian su conciencia e intentan influir en la opinión pública. Pero esto no es nada nuevo. Se vivió durante la Segunda República. Cuando los falangistas caían como moscas a manos de los pistoleros comunistas y socialistas, en su mayor parte de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) de Santiago Carrillo. Entonces, también se hablaba de la violencia provocadora de lo que llamaban el fascismo español. De Falange Española de las JONS.
Este artículo recopila muchos de los asesinatos cometidos por comunistas y anarquistas antes de que, en junio de 1934, los falangistas mataran, en venganza por un asesinato previo, a un militante de las JSU.
La primera víctima de Falange fue el joven miembro de las JONS José Ruiz de la Hermosa, asesinado en Daimiel (Ciudad Real) el 2 de noviembre de 1933. Era funcionario de Hacienda destinado en Canarias. Viajó a Madrid para asistir al acto de presentación de Falange en el Teatro de la Comedia el 29 de octubre de 1933 y, después, fue a su localidad natal, Daimiel, a visitar a su familia. Cuando estaba allí acudió a un mitin de las JSU donde se criticó al Gobierno y a Ruiz de la Hermosa se le ocurrió gritar “Recordad Casas Viejas”, en alusión a la represión del Gobierno Azaña contra milicianos anarquistas en aquella localidad. La multitud empezó a golpearle y le sacaron a golpes hasta la puerta donde un tal Pedro José Ruiz de la Hermosa (coincidían los apellidos de víctima y asesino) le apuñaló y, una vez en el suelo, fue golpeado hasta quedar irreconocible. Murió como consecuencia de los golpes.
Solamente un mes después, en Zalamea de la Serena (Badajoz) era asesinado otro falangista, Juan Jara. De profesión panadero, había sido uno de los fundadores de Falange en ese próspero municipio extremeño. Una noche, tras discutir de política con varios socialistas del pueblo, regresaba solo a su casa y fue asesinado de un disparo en la cabeza, por detrás por uno de los socialistas con los que había discutido.
El 26 de ese mes, en Villanueva de la Reina (Jaén) caía Tomás Polo Gallego. Fue atacado por un dirigente local de las Juventudes Socialistas en la noche del 24 de diciembre mientras cantaba villancicos en un bar. Dos días después moría como consecuencia de las heridas sufridas.
La siguiente víctima la encontramos en Madrid, el 11 de enero de 1934. Francisco de Paula Sampol era un joven estudiante universitario que había tenido la osadía de comprar el segundo número del semanario falangista FE. Tras separarse unos metros del punto de venta del periódico, recibió dos disparos por la espalda que le atravesaron el corazón. Murió al instante.
Matías Montero fue asesinado el 9 de febrero de 1934. A sus 21 años cursaba quinto de medicina en la Universidad de Madrid y pertenecía al Sindicato Español Universitario (SEU) y había estado vendiendo el semanario FE. Cuando regresaba en solitario por la calle Juan Álvarez Mendizabal de Madrid, recibió dos disparos por la espalda en el corazón. Después, otros tres disparos más en el estómago. El asesino, Francisco Tello -afiliado a las JSU-, fue juzgado y José Antonio Primo de Rivera, que ejerció la acusación particular, consiguió para él una condena de 23 años y 3 meses. De poco sirvió, porque fue indultado en febrero de 1936 tras la llegada al poder del Frente Popular.
El 8 de marzo siguiente, mientras vendía el semanario FE, era asesinado a tiros Angel Montesinos Carbonell, un joven dependiente de comercio que se había afiliado a Falange en los primeros momentos. Su asesinato tuvo lugar en la calle Fuencarral.
La siguiente víctima fue una de las que más consternación causó entre los primeros falangistas. Fue el asesinato de Jesús Hernández Rodríguez, un alumno de bachillerato de tan solo 15 años. Fue asesinado junto a la Casa del Pueblo situada en la calle Augusto Figueroa de Madrid por un grupo de miembros de las JSU que salió del local. Recibió un disparo por la espalda que le atravesó la arteria femoral causándole una lenta muerte desangrado.
En el municipio jienense de Torreperojil murió asesinado José Hurtado García, un pequeño propietario agrícola de 22 años de edad que era afiliado a Falange y hermano del jefe local del partido. El 6 de junio de 1934, José Hurtado estaba trabajando en un cortijo que tenía arrendado. Eran las seis de la madrugada y recibió una comitiva de huelguistas que le obligaron a despedir a las decenas de trabajadores que había contratado para la faena porque los consideraban esquiroles. Tras explicar a sus empleados que era mejor no enfrentarse, se quedó solo en la explotación y, una hora después recibió aviso de la Guardia Civil de que acudiera al cortijo Poco Humo, en el que los propietarios se habían enfrentado a los huelguistas. El dueño de ese cortijo se encontraba herido de bala y encerrado junto a su familia en la vivienda del cortijo a la que los militantes socialistas y anarquistas habían prendido fuego.
A pesar del riesgo, José Hurtado entró en la vivienda e intentó sacar a la hija pequeña de los dueños que tenía tres años. Los huelguistas se lo impidieron a tiros. Volvió al interior de la casa e intentó salir por una ventana trasera, pero fue sorprendido y asesinado de un disparo en la cabeza mientras tenía a la pequeña de tres años en brazos.
El 10 de junio de aquel año fue asesinado en Valdesilla de Santander Francisco Marcano Gartua. Volvía de noche andando desde el municipio de Corrales de Buelva cuando fue cercado por un grupo de afiliados a las JSU que le propinaron una paliza y lo dejaron abandonado en la cuneta dándole por muerto. Eran las 10 de la noche, y no fue recogido hasta las siete de la mañana siguiente. Trasladado al centro de salud de Valdesilla, murió a las pocas horas.
Estos son solamente diez ejemplos. Pero son decenas más. Iremos contando sus casos para mostrar que antes de que lo que ellos llaman el fascismo español -Falange- matara al primer afiliado de las JSU, fueron casi medio centenar los caídos de la Falange. De ellos se burlaban sus enemigos -de izquierda y derecha- diciendo que FE no eran las siglas de Falange Española, sino de Funeraria Española.
Artículo de Juan E. Pflüger publicado en gaceta.es 19/12/2017.