El capitalismo, más brutal que nunca y con publicidad de todo tipo en cada uno de los medios de difusión, lleva años creando falsas necesidades y haciendo creer al ciudadano que tiene que comprar y comprar; comprar aunque no pueda hacerlo; comprar y endeudarse; comprar o morir en el intento.

El lavado de cerebro es constante y sin tregua. Y como ejemplo, desde hace años «disfrutamos» del «viernes negro» -Black Friday en inglés, que somos muy internacionales-. Un delirio en el que los exprimidos ciudadanos se lanzan de cabeza a comprar más aun, para seguir las pautas del consumismo global.

En esta misma España de compradores enloquecidos, día tras día vemos como empresas de todo tipo echan el cierre o buscan otros países donde la mano de obra sea aun más barata.

De los derechos laborales garantizados por leyes efectivas creadas por ministros falangistas durante el «malvado» franquismo, a la desprotección de los trabajadores y sus familias en los sucesivos Estados liberaloides pseudosocialistas del actual régimen que nos reduce a estúpidos consumidores cada día más esclavizados.

Las anteriores generaciones estuvieron en situación de conseguir que sus hijos vivieran mejor que ellos. Ahora, bajo falsos cantos de libertad y democracia, los españoles de hoy viven peor que sus padres y abuelos.

Pues bien, en este negro Estado, las empresas se ven obligadas a irse de España. Primero quisieron aumentar beneficios con mano de obra a precio de esclavo; después la competencia del injusto e inhumano capitalismo, ya las obliga a la deslocalización para sobrevivir. Por lo visto, casi nadie ya sigue creyendo en otras alternativas que pongan la economía al servicio de los hombres y no al revés. Por eso, sigue siendo imprescindible nuestra revolución e implantar, por ejemplo el reparto de la plusvalía entre los trabajadores como legítimos dueños de ella. Urge una nuevo modelo económico más justo, más nacionalsindicalista.

El actual sistema liberal se reduce a obtener beneficios a costa de lo que sea y así ¿Qué importa dejar en la puñetera calle, sin pan y sin justicia, a cientos de trabajadores y dejar sin esperanza y sin futuro a sus familias? Sólo formarán parte de una fría estadística en el apartado de «en el umbral de la pobreza». En realidad pasan a ser invisibles porque nadie los ve ni quiere verlos; incomodan entre tanta locura consumista.

Actualmente tenemos la fábrica de Flex en Getafe (aunque hace 3 o 4 años ya paso en la de Granada). Ha presentado ante la autoridad laboral un Expediente de Regulación de Empleo, los famosos ERES, para 63 trabajadores. Más currantes en la calle, ¿Qué le importa a este Estado negro? Un Estado que no protege a los más desfavorecidos, un Estado dirigido por políticos profesionales, profesionales de vivir a cuerpo de rey de la política, que jamás llegan a puestos de mando pensando en el bien común ni en el bien de nuestra Patria sino que están sólo como correa de trasmisión para que el poder financiero dirija las estructuras de Gobierno.

Que Flex se vaya a Portugal, o que otras tantas empresas se hundan y con ellas los trabajadores pasen a ser un dígito más en ese apartado de «umbral de la pobreza». Sólo es eso, más cifras de la estadística.

Sangrante es que ante el dolor de españoles sin trabajo digno, la clase política de unos y otros partidos sólo se dedique al espectáculo en la carpa circense que es hoy el Parlamento de la Nación. Una continua campaña de engaños publicitarios para llegar al poder y desde allí, manejar los presupuestos a su antojo, cuidando el negocio bancario y los consejos de administración de empresas que juegan con las necesidades básicas. Y también, negociando la ruptura de España, cuidar a asesinos y separatistas manteniendo sus chiringuitos de destrucción con subvenciones y fundaciones millonarias. Para todo eso sí hay presupuesto, pero no lo hay para ayudar a pequeñas y medianas empresas que las pasan moradas para subsistir.

Deberíamos hablar también de lo robado, como el criminal asunto de los ERES: cientos de millones escamoteados al erario público para enriquecimiento propio aprovechando los puestos de mando conseguidos por pertenecer a uno u otro partido político… Quizás todo esto debería ser para coger la soga de la que nos habló José Antonio Primo de Rivera y ahorcarlos a todos y a los que lo permiten…

«Pues bien: si os engañamos, alguna soga hallaréis en vuestros desvanes y algún árbol quedará en vuestra llanura; ahorcadnos sin misericordia; la última orden que yo daré a mis camisas azules será que nos tiren de los pies, para justicia y escarmiento.»

Lo dicho, trabajadores en la calle sin lo esencial para una vida digna y este Estado negro y cobarde enriqueciendo más a los ricos y permitiendo los saqueos de las reservas de los fondos de la seguridad social, de las pensiones y de todo lo que tocan.

Y hablando de robos, señalemos una vez más y ya son muchas en muy poco tiempo, la subida de los recibos de la luz. Recibos en los que lo de menos es el coste neto de la energía; lo de más son los costos que se cargan para que las eléctricas se aseguren beneficios vergonzosos y que sus consejos de administración -en los que muchos políticos se «encajan»- obtengan sueldazos de por vida escandalosos.

A todos estos grises elementos que conforman este negro Estado ¿Qué les puede importar la desgracia de las familias con ingresos de miseria o directamente sin nada? NADA.

Hoy más que nunca, necesitamos pasar de este Estado oscuro y egoísta a un poderoso y grande Estado Nacional Sindicalista que garantice de manera efectiva la JUSTICIA SOCIAL en una PATRIA DIGNA.

«Queremos y pedimos la aplicación de las penas más rigurosas para aquellos que especulen con la miseria del pueblo «(Ramiro Ledesma Ramos).

Ni viernes negros ni Estado Negro. Patria, Justicia y Pan para todos los españoles en una España alegre, luminosa. En una España Cara Al Sol.