Por desgracia para España, el tiempo siempre acaba dando la razón a La Falange. Y no es porque tengamos alguna capacidad adivinatoria ni por una extraordinaria inteligencia. Pero parece que somos los únicos que no queremos ni cerrar los ojos ni taparnos los oídos delante del drama que sufre España.

Podríamos mencionar tantos ejemplos: La Constitución, la Jefatura del Estado, la Unión Europea, los servicios públicos, la aplicación del 155, la inmigración masiva,… y muchos otros que los falangistas advertíamos en solitario con la incomprensión de los que años después los defienden sin avergonzarse de su anterior oposición histérica.

El rencor de la izquierda por la guerra que no supieron ganar y el odio enfermizo sobre el Valle de los Caídos no ha sido una excepción.

Nos remontamos al 20N del 2010: ZP y su revanchista memoria histórica nos había convertido en ciudadanos de segunda prohibiéndonos acudir frente a los restos de nuestro fundador con honores. No saciados con esta injustica, tampoco se nos permitió nuestra marcha de la Corona y hasta habían prohibido las misas en la basílica, motivo por el cual se celebraban a la intemperie.

Dos jóvenes militantes de La Falange, sorteando la extrema vigilancia de la Guardia Civil, consiguieron desplegar una pancarta que decía: “EL PSOE PROFANA TUMBAS”; La gente respondió con gritos por José Antonio y de apoyo a esos valientes,… pero, como es habitual, los que hoy hacen campaña contra la intención del gobierno de Pedro Sánchez de trasladar los restos de Franco y profanar a los caídos que descansan en el Valle, corrieron más que que nadie para retirar la pancarta; Y no dudaron en denunciar a nuestros camaradas. Unas denuncias que acabaron en multas muy cuantiosas.

Algunos pensaban que permaneciendo callados, sin protestar ni hacer ruido, alargaríamos la agonía. Camino opuesto al que nos enseñaron nuestros mejores, pero que además es un grave error que llevamos años arrastrando y que sólo provoca el avance del mal sin oposición.

El Valle de los Caídos es el monumento de la reconciliación entre españoles; allí descansan hermanados bajo la Cruz combatientes sin importar el bando al que pertenecieron. Monjes y feligreses en sus continuos oficios religiosos siempre han rezado para evitar nuevas luchas fratricidas y por el eterno descanso de todos los que allí están. Por todo ello, la izquierda necesita acabar con el Valle y profanar sus tumbas. Quieren provocar nuevos enfrentamientos entre hermanos.

Combatir a Franco cuando han pasado más de 40 años de su muerte es mezquino y cobarde. Define a la actual clase política, que ha tenido que esperar a que no estén ya entre nosotros la mayor parte de las generaciones que vivieron esos años, los de la reconciliación. Combatir ese periodo de nuestra Historia -tan negativo según ellos-  debería ser muy sencillo: Con superar con creces sus logros bastaría. Pero parece que la actual casta dirigente es incapaz ni tan siquiera de mantenerlos.

Los falangistas cuestionamos a Franco cuando tocaba – o cuando gobernaba o en los años posteriores a su muerte-. Muchos de los extraordinarios logros que su mandato consiguió, lo fueron gracias a grandes falangistas pero también hubo otros, cada vez en mayor número, que se opusieron sedientos por hacer realidad nuestra revolución «pendiente». Hoy nuestra prioridad no es cambiar la Historia ni imponer mentiras interesadas. Franco hace mucho tiempo que murió, lo hizo feliz, en la cama y con muy «poquita» oposición; Pero su régimen, que no fue el nuestro, deja en ridículo el actual del 78 que padecemos.

La Falange, cuyo mayor patrimonio son sus Caídos, no va a permitir que se juegue -ni por odio ni por interés electoral- con los restos de quiénes dieron sus propias vidas por una España mejor. Nosotros sí combatimos pero no a los muertos, eso es de ruines.