He de reconocer que siempre he tenido poca simpatía por el Reino Unido, pero su dignidad a la hora de afrontar su salida de esa cueva de mercachifles y traidores que es la Unión Europea, ha conseguido atraer mi admiración y respeto.
Los británicos han sabido decir basta a esa plutocracia liberal que se refugia en Bruselas y que busca a cualquier precio acabar con nuestras naciones y con la libertad verdadera de nuestros pueblos.
A pesar de la enorme propaganda desplegada por todos los medios de desinformación serviles al «discurso único y políticamente correcto» que han intentado ridiculizar la decisión legítima y valiente tomada por los ciudadanos de su «graciosa Majestad», un sentimiento de envidia nos ha invadido a los que creemos que España debe recuperar de forma inmediata su independencia y su capacidad de decidir, para poder elegir su propio destino lejos de esa UE que protege a los delincuentes y a los terroristas que pretenden acabar con nuestra nación milenaria.
Y precisamente esa independencia y esa libertad para decidir sobre su política económica, de seguridad o de inmigración, es lo que han decidido recuperar los habitantes del otro lado del canal de La Mancha.
Estamos hartos de ser el geriátrico de Europa y el hazmerreír de todos esos huidos de la justicia que se refugian en esos países presuntamente aliados, que legitiman con las decisiones de sus tribunales y de sus responsables políticos, el golpe de estado permanente que se está produciendo en nuestra Patria.
Que se metan su Parlamento y su comisión Europea donde les quepa, que queremos decidir sobre nuestra política agraria, industrial o de pesca, y por supuesto, sobre nuestra política de defensa y de seguridad.
Los ingleses de hoy siguen siendo los mismos «piratas» de ayer que tienen ocupado de forma ilegal un trozo de España, como es Gibraltar, lo que no significa que no sea plausible que hayan dado el paso que algunos llevamos diciendo que deberíamos dar los españoles, si no fuera porque llevamos ya muchos años instalados en la ruina y en la miseria política y social, con un pueblo aborregado y anestesiado por esta falsa democracia que nos lleva directamente al caos y al enfrentamiento. Que así sea.
Manuel Andrino, Jefe Nacional de La Falange