A pocos días de las Elecciones Generales, a las que mi coalición no se presenta – aunque algunos de sus integrantes sí lo hacen en unas pocas circunscripciones – se empiezan a ver también algunos movimientos discretos, algunos guiños, en relación con la siguiente campaña que se llevará a cabo apenas un mes después: las elecciones al Parlamento Europeo.
Movimientos discretos y guiños entre quienes, por un lado, dan por terminada la campaña tras los soporíferos, engañosos y falsos debates televisados y, por otro, entre quienes se han dado cuenta de que hay al menos una formación de las que concurre a las europeas, que sí cree en Europa y que, por tanto, mandará allí a sus mejores candidatos y que no son otros que los primeros de sus formaciones políticas, sin reparar en otras características más que la disposición, el compromiso, la capacidad, la voluntad y las ganas de hacer una nueva Europa más justa, más acorde con sus concepciones morales de Verdad, Bien y Justicia, su moral objetiva, su derecho romano, su cultura griega, su cristianismo social.
Una Europa más proporcionada y más española, que a la postre es nuestra nación la madre natural de buena parte de esa Europa, hoy sometida al globalismo, al liberalismo, al imperio de los mercados y a los devaneos de George Soros y las recetas neoconservadoras de Steve Bannon, debidamente lubricados con la vaselina alemana de Angela Merkel y el títere francés, Emmanuel Macrón, que todavía no se ha enterado de que, después de los italianos, que pierden en este capítulo por goleada, son precisamente los franceses los que más miles de millones de euros han perdido, en PIB, por y desde su pertenencia a la UE, en favor, precisamente, de su “führerin”, Merkel, que junto a los holandeses son los únicos que siempre han ganado con el tinglado.
Una Europa, en definitiva, más conveniente para España y para el conjunto de sus naciones hermanas que, cada día más, como otros tantos europeos, abogamos por la disolución de la Unión Europea y la creación de la Europa de las Patrias. Lo que hemos venido en llamar los euroescépticos, por analogía con algunas de esas posiciones europeas con las que nos alineamos y que han acogido el término como definitorio de una conducta respecto a Europa. No contra ella.
Hemos visto cómo la casi totalidad de los partidos políticos envía a esa Europa a sus desechos de tienta, a sus penalizados por la mano todopoderosa de los partidos en otras elecciones más de su gusto y que reciben el premio de consolación de un puestecillo de salida al Parlamento Europeo donde, generalmente, terminan los incómodos, los desarraigados, los desnaturalizados del partido, en espera de un futuro mejor o de una oferta de la competencia, como en el caso del candidato nº 4 del Partido Popular, Angel Garrido, que al mejor estilo verbenero, es también el número 13 a la Comunidad de Madrid, por Ciudadanos, desde ayer mismo, en que se hicieron públicas las candidaturas completas a través del BOE.
Ni un minuto antes, en este juego de sillones donde a algunos ya no les viene nada bien eso de tener que irse a Bruselas o Estrasburgo a dar una batalla que dan por perdida y que les importa una higa, que ya están mayores ellos para andar todo el día en un avión haciendo el paripé y sabiendo que sus decisiones son inexistentes, integrados en bloques donde sus colegas, los dueños del cotarro, los franceses y alemanes toman las decisiones por todos nosotros, sin la menor objeción. Y no solo por la inoperancia de las instituciones, puestas a disposición íntegra de Merkel, sino por la nula voluntad de contestación por parte de los “aparcados” de todos los partidos, de interferir en nada de lo que allí se decida.
Pero de todos estos me llama poderosamente la atención una formación que, probablemente se estrenará, como nosotros, en Europa en los próximos comicios.
Es una formación que pareciera estar haciendo sus deberes leyéndose los nuestros. Que modifica sus postulados, los adapta, les busca terminología adecuada para sugerir cosas parecidas a las nuestras y así, seguir fagocitando como un cáncer, lo que de social-patriotismo queda en España, que es mucho, pero que en buena parte se ha visto abducido por el vendaval verde.
Su objetivo es sencillo: al albur de esta especie de marea que recorre redes y cenáculos, hacerse con todos los resortes de la contestación, no sea que ésta se le vaya de las manos al Sistema.
Así, esta formación ha construido sus candidaturas con los militantes más vulnerables, más cansados, más ilusionados con salir de la marginalidad – aunque para ello hayan tenido que hacer concesiones ideológicas y programáticas, que nunca le habrían permitido a sus propias formaciones – desde las que no faltaban jamás los que eran capaces de poner peros al pero – aun lo hacen – pero que han sabido adaptarse sin demasiados remilgos y una vehemencia inusitada, al nuevo escenario, procedentes de Falange Española de las JOSNS, Falange Española Auténtica, La Falange, Democracia Nacional, PxC, PxL, CEDADE, AME, Hogar Social, Nación Joven, España 2000-Respeto, Fundación Nacional Francisco Franco, Acción Radical , Alternativa Española y, por supuesto, con oleadas de militantes procedentes del PP, y supongo que también de Ciudadanos y de otras formaciones que, me perdonarán, no me pongo a buscar ahora porque es intrascendente. Todo un logro, no cabe duda, sobre todo viendo el trato posterior que les terminan dando.
Pero no contentos con esto, que probablemente entra dentro de la parafernalia que acompaña a cualquier partido del Sistema y del Régimen del 78, ahora toca la sustitución del discurso. Y ¡hasta aquí podríamos llegar!
Ahora, como si de seguir cada uno de nuestros pasos se tratara, comienza la última etapa y asalto definitivo a la disidencia. Ya habíamos visto cómo se nos pretendía suplantar en nuestro tradicional apoyo a los sectores del cítrico, o de la lenteja, por ejemplo, con un marketing más eficaz que el nuestro, todo hay que decirlo, pero que nosotros llevamos meses abanderando. Ahora han seguido leyendo nuestro programa y han dado el siguiente asalto.
Ahora se acuña el término euroexigente, que suponemos pretende competir con el de euroescéptico, que es el nuestro y el de un montón de europeos, pero sin romper nada, que por lo visto luego hay que pagarlo.
Y cuando lo llenan de contenido empieza la fiesta. Lo primero que hacen es poner la música. Una milonga, han elegido. O quizá sea un tango arrabalero, que se estila mucho entre las gentes de moral distraída, aunque a todos nos suenen preciosas y rebeldes algunas estrofas.
Y entonces nos cuentan que “son europeístas exigentes, y que van a exigir respeto a España, su soberanía y sus competencias”. Así, sin anestesia, como si el público objetivo al que va dirigido el mensaje fuera deficiente intelectual y no fuera capaz de entender el oxímoron: No se puede exigir recuperar lo que supone precisamente la base del acuerdo, sin romper el acuerdo. ¡No mientan!
Es precisamente la soberanía lo que hemos cedido: la soberanía económica, la monetaria, la política, la jurídica, la territorial, la militar, la social, la cultural, la moral y hasta la de alianzas. Seamos claros: Solo ADÑ plantea una fórmula plausible para lograr estos objetivos, por lo visto comunes de repente.
Me alegra profundamente que hayan visto la luz leyendo nuestro programa y nuestras publicaciones, y que pretendan ahora hacerlos suyos, pero en esto, como en tantas otras cosas, no se puede ser “no practicante”; no se puede ser europeunionista no practicante. ¿Me comprenden?
Hay que salir del Euro, controlar fronteras, abandonar la unión, restaurar la moneda nacional, eliminar los recortes sociales, apostar por los valores tradicionales y morales europeos, por los servicios públicos en todas las materias sensibles, defender la memoria, la vida de inicio a fin, la familia, el campo español, la dehesa ganadera y la pesca, denunciando y eliminando de cuajo los tratados de libre comercio. En definitiva, identidad europea y soberanía española. Y para ello hay que empezar por plantear un referéndum en España, para salir de la Unión.
La fórmula es sencilla, pero requiere una deconstrucción ordenada, pero rápida, del actual estado europeo supranacional y la reconstrucción de un entorno económico común, en base a la confluencia de intereses de las distintas patrias soberanas que componemos Europa.
¿Están ustedes de acuerdo en todo lo anterior, tal y como lo hemos explicado? ¡Albricias! ¡Magnífico! Ya pueden entonces renunciar a su candidatura y apoyar entusiásticamente la nuestra, que no conviene dividir el voto común, ya saben. ¿Qué necesidad tenemos de llevar dos iguales? ¿no?
¿O quizá no son tan iguales? Quizá ustedes no se plantean el abandono de la Unión o del euro; quizá lo del referéndum les suena a chino y lo de recuperar soberanía y mantener identidad es demasiado “radical” para unos euroexigentes euroapasionados, ¿no? Quizá “mola” enunciar cosas que “venden” a sabiendas de que ninguna forma parte de sus intenciones. No sé, al estilo de lo de Andalucía, que presentaron 19 condiciones y se las terminaron merendando todas, eso, sí, con 12 escaños ya en su poder e invistiendo a quienes les desprecian…
Pero, si este es el caso, ¡Enhorabuena! No tienen que abandonar su candidatura y hasta pueden recomendar a sus votantes que les entreguen su apoyo. ¡Faltaría más! Pero eso sí: háganlo con la verdad por delante. Sin recurrir a nuestros argumentos, a nuestras campañas, a nuestros postulados, porque, sencillamente, no son los suyos, no se los creen, no son ni parecidos, como no somos parecidos los social patriotas y los neoliberales ultraconservadores. A cada cual lo suyo, ¿no les parece?
Caminen por donde quieran con libertad pero, por favor, el burro, a la linde…
Fuente: https://martinynestrillas.blogspot.com/2019/04/el-burro-la-linde.html